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jueves, 6 de octubre de 2016

El médico

Jesús los oyó y les dijo: –No necesitan médico los que gozan de buena salud, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. (Marcos 2:17)

Hoy en día ir al médico es algo necesario, si tienes un problema o alguna enfermedad lo normal es acudir a un centro clínico para prestarte ayuda profesional.
Aunque muchísimas personas detestan ir al médico, es un problema, se creen que pueden curarse solos o que no les hace falta una intervención profesional. Lo típico "este dolor de estómago ya se pasará" es cierto puede que se calme el mal estar pero también puede acaba peor. Y si no es con un dolor de estómago será otro día con algo más grave. Ir al médico es algo necesario si realmente queremos que nuestra salud tanto física como mental siga funcionando para poder estar vivos.
Pero... ¿Y para lo espiritual? ¿Hay médico?

Déjame decirte que sí, solo que muchas veces no queremos acudir.
Dios el señor es el mejor doctor que puede existir, no solo si le pides en oración podrá sanarte de tus enfermedades físicas, sino también espirituales. Es cierto que el orgullo, la pereza o vergüenza nos impidan ir al médico. Pero recomiendo que al de Dios nunca faltes una sola cita. Él llama a los que necesitan cuidado, a los que tienen un corazón roto, los que necesitan oír la verdad, a los que necesitan sentir amor, el llama a todos los que le necesitan. Y aún si estás sano, el te llama para la revisión del año.

Se preocupa tanto por ti que cada año, cada día, cada momento quiere revisar que todo vaya bien. Él lo último que quiere es que suframos de cualquier dolor. Hace no mucho escuché en la enfermería a un niño pequeño decir a su madre "quiero ir al médico" él no estaba enfermo. Pero quizás sí necesitaba algo de atención y preocupación.

Hoy Dios  dice a todos los enfermos, todos los impuros, los de rojo corazón que vayan a él, incluso los que crean que están limpios. Porque quiere satisfacer hasta la más mínima necesidad que tengamos. Hoy estés limpio o no, acude al señor, nunca está de más una visita por la consulta. Cuando Jesús vio la fe que tenían, dijo al enfermo: –Hijo mío, tus pecados quedan perdonados.
(Marcos 2:5)
Hoy Dios te llama, para sanarte y para enseñarte que hasta por un simple dolor de cabeza, un sentimiento de culpa o cualuier preocupación Él estará ahí.
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